Organizar los consultorios del hospital y ayudar con la limpieza de los equipos parece una tarea fácil y repetitiva, la mayoría de personas se aburriría fácilmente, sin embargo, este es el trabajo ideal para una persona con discapacidad intelectual.
La reivindicación de los derechos de las personas con discapacidad ha sido la bandera de lucha de Fundación Tierra Nueva desde sus inicios. Por ello, hace más de 15 años creó el Centro de Desarrollo Integral “El Niño”- CDI y, posteriormente, el Centro de Jóvenes con Discapacidad Intelectual, con la finalidad de brindarles una oportunidad de integración real a la sociedad.
Como ejemplo de ello, en su nómina, la institución cuenta con nueve personas con discapacidad, de las cuales, cuatro fueron formadas en el centro para jóvenes para insertarse en el mundo laboral.
Estos colaboradores, además, pertenecen a familias de escasos recursos y en la pandemia muchos de ellos se volvieron el sostén de sus hogares. Este es el caso de Gabriela Hurtado, quien inició trabajando en el Centro Médico y por sus capacidades ahora ayuda a las auxiliares de enfermería del Hospital Padre Carollo.
Gaby, como cariñosamente la llaman, vive con cuatro de sus hermanas, su sobrino y su cuñado, que perdió su trabajo durante la cuarentena y aún no ha logrado conseguir nada estable. Para ellos, el sueldo de Gabriela es el único ingreso de la familia.
La llegada del coronavirus marco una época muy dura para la mayoría de ecuatorianos, muchos perdieron sus empleos, otros vieron quebrar sus negocios. La Fundación también vivió momentos difíciles, sin embargo, el compromiso con sus colaboradores fue primero y no prescindió de sus servicios.
Poniendo a buen recaudo a las 18 personas en situación de vulnerabilidad, no solamente a quienes están catalogados con alguna discapacidad, sino también a quienes tienen enfermedades catastróficas o son adultos mayores.
Además de mantener sus puestos de trabajo, la institución mediante su Centro de Apoyo Psicosocial UBUNTU creó espacios virtuales para su acompañamiento psicológico, donde compartían sus miedos, frustraciones y ansiedades. También, a quienes tenían una situación económica más complicada, les entregó canastas de víveres.
A la mayoría, en poco tiempo se les transfirió a áreas donde pudieran hacer teletrabajo. Por ejemplo, Marta Cortés, que antes realizaba actividades de comunicación en el Centro Médico Tierra Nueva y pertenecía al departamento de Desarrollo Institucional, fue asignada al área de Calidad para la realización de encuestas telefónicas de satisfacción al cliente.
“Yo me siento muy bendecida y contenta porque en la Fundación siempre tengo a alguien que me guíe, pese a la distancia, ya que todo es telefónico, no siento que me hayan dejado sola ni un momento, por eso estoy muy agradecida con Tierra Nueva”, cuenta con emoción Martita.
Con hechos, la Fundación confirma que vive su misión, que la persona está en el centro sus servicios, especialmente quienes están en situación de vulnerabilidad y que su eje de acción es su inclusión e integración a la sociedad.