“Siempre quise ser madre de muchos hijos”, con esta frase Madre Sigmunda Schnetzer evidenció su vocación de cuidado y amor para quienes más lo necesitan: los niños.
Llegó el Ecuador para trabajar un mes para la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, pero la realidad de los niños de la calle la conmovió profundamente, por lo que, no dudó en quedarse para ayudarlos.
Junto al Padre Carollo trabajó arduamente para conseguir el financiamiento para la construcción del Centro de Desarrollo Integral “El Niño”- CDI, un lugar para niños y niñas con discapacidades severas, quienes eran escondidos e ignorados por sus propias familias y no recibían ninguna atención del Estado.
Escribía cartas a mano a familias de Alemania pidiendo su ayuda y luego informándoles, con fotografías de cada niño, el avance del proyecto.
Su espíritu incansable no se conformó con la atención que brindaba el CDI, por lo que, creó un hogar para niños huérfanos y abandonados al que llamó Hogar Santa Lucía, donde más de 3 mil niños y niñas crecieron bajo la protección de la Madre.
Con el tiempo sus niños fueron creciendo y debían salir del hogar, pero ella no podía dejarlos desamparados y creó, la Casa Arcoiris para jóvenes huérfanos en situación de riesgo.
“Yo aprendí de ella lo humano. Estuvo detrás de cada éxito y cada fracaso de todos sus hijos, hasta que muchos nos graduamos en la universidad”, nos cuenta Rosa Silva, una de sus hijas, para quien la hermana Sigmunda fue la única madre que conoció.
Después de 30 años de servir en Ecuador, Madre Sigmunda, con gran pesar tuvo que dejar a su extensa familia y retornó a Alemania, al monasterio de las Hermanas Dominicas, sin embargo, su trabajo no concluyó, durante muchos años continuó buscando fondos para mantener los proyectos que había iniciado.
Actualmente, sus gestiones de donaciones todavía financian servicios del CDI y gracias a ellas niños y niñas con discapacidad puede recibir una atención especializada.
El 19 de septiembre del 2016, después de luchar contra una larga enfermedad, falleció, y al cumplirse cinco años de su partida, Fundación Tierra Nueva le rindió un sentido homenaje a través de una Eucaristía.
Para todos quienes la conocieron, su dedicación y labor comprometida con los niños fue una fuente de inspiración, muchos de sus hijos escogieron carreras universitarias donde pudieran rendirle tributo cuidando de los más vulnerables.