“Pocos momentos en la vida puede tener tanta ilusión como el nacimiento de una hija. Imaginé cada detalle, la primera ropa que luciría, sus primeros pasos, la primera vez que me diría mamá. Todos los maravillosos momentos que compartiríamos juntas.
Ahora imaginen lo que se siente que te digan que todos esos momentos perfectos que imaginaste, que añoraste, nunca se realizarán.
Cuando mi Kathy era pequeña, fue muy duro para mí aceptar su discapacidad. Al principio quería encontrar una forma de ayudarla, tenía la esperanza de que mágicamente todo cambiaría. Fui a muchos lugares, toqué muchas puertas, pero era poco lo que podían hacer. No encontraba algo integral para ella”.
Este es el testimonio de Nancy Rojas, madre de una de las beneficiarias de Tierra Nueva.
La misión de Tierra Nueva
Fundación Tierra Nueva nació con el Padre José Carollo, cuando aún trabajaba en El Girón, norte de la ciudad. Luego, el Padre se mudó al sur de Quito en los años 70. Todo comenzó con un consultorio, con una camilla. Más tarde se convertiría en el Centro Médico Tierra Nueva, con el centro de rehabilitación física más grande del sur de Quito.
En ese entonces, la discapacidad era motivo de vergüenza. Padre Carollo y sus primeras colaboradoras visitaban las casas buscando a personas con discapacidad, así surgieron las atenciones en rehabilitación. En la actualidad, el Centro Médico Tierra Nueva además de rehabilitación brinda atenciones enfocadas en el cuidado de la familia.
Pronto Padre Carollo entendió que los servicios para esta población debían ser integrales. Con la ayuda de su amiga y aliada, Madre Sigmunda, construyó el Centro de Desarrollo Integral “El Niño”, CDI, en un terreno donado en Amaguaña. Este es un centro pionero en la atención de niños y niñas con discapacidad, donde tienen la posibilidad de estudiar y recibir las terapias que necesitan para mantener su calidad de vida, sin importar sus recursos.
¿Qué pasó con Kathy?
“No sabía cómo sustentar sola mi hija, porque apenas tenía 20 años cuando nació, y no contaba con un trabajo estable, ni seguro médico para las dos. Estaba sola, pasando por una situación desesperante y, a la vez, con la fuerte responsabilidad sobre la salud de mi pequeña hija.
Kathy ingresó al CDI cuando tenía 5 años. Vivíamos en un cuarto con mucha humedad, con una pequeña cocina y baño en malas condiciones, pero era para lo único que me alcanzaba.
Por eso cuando entró al CDI fue una bendición, yo podía salir a trabajar sabiendo que ella estaba bien cuidada y sobre todo con la atención que necesitaba”.
Servicios que transforman vidas
Los niños y niñas con discapacidad en el CDI reciben terapia física, ocupacional, hipoterapia, hidroterapia, actividades de la vida diaria y educación especializada acorde a sus discapacidades.
Escucha lo que su madre nos contó hace unos años, cuando le preguntamos sobre el desarrollo de su hija.
Hoy Kathy está en el aula de Desarrollo Integral 3 “B”. Sus actividades refuerzan su motricidad y capacidades cognitivas, realiza artesanías como pulseras, collares, mándalas y otras manualidades.
Aunque ella prefiere pintar, también toca el órgano, le gusta leer, realizar manualidades. Ella quiere tener sus ingresos económicos propios confeccionando pulseras collares, pintando cuadros y otro tipo de manualidades con material reciclable.
En nuetro aniversario 31 de la obtención de la personería jurídica como Fundación Tierra Nueva, compartimos este testimonio que representa el impacto de nuestro trabajo en la vida de una familia.
Son historias que se multiplican por todo el tiempo que venimos trabajando por nuestros beneficiarios y, aunque hayamos cambiado nuestro nombre de Banco de La Providencia a Asociación Tierra Nueva y finalmente a Fundación Tierra Nueva, nuestra mística y compromiso sigue siendo el mismo.