“Yo soy la única mujer en mi casa. Mi mami murió hace años y yo me hice cargo del hogar, sin embargo, me minimizaban por no ser como mis hermanos, ya que, mi papá siempre quiso tener hijos, y desgraciadamente yo, su primera hija, no fui hombre. Yo no sabía que por el hecho de ser la única hija mujer en casa recibía violencia, pensaba que me estaban protegiendo y mi responsabilidad era hacerlo todo”, cuenta María, nombre ficticio, como testimonio de su participación en este proyecto.
Fundación Tierra Nueva junto a la Embajada de Francia realizaron el Proyecto de Empoderamiento para Mujeres Adolescentes Embarazadas y/o Madres, para sensibilizar, informar y generar herramientas que permitan a las niñas y adolescentes enfrentar los diferentes tipos de violencia que sufren.
El proyecto incluyó atenciones ginecológicas y la creación de productos comunicacionales generados por las participantes con programas radiales y entrevistas en temas que ellas consideraron importantes.
Las cifras no son suficientes para evidenciar los tipos de violencia que las mujeres soportan.
“Me sentía acomplejada porque [mi papá] me decía que por mi culpa iba a perder el apellido, por el hecho de ser mujer. En mi propio hogar no me sentía libre de serlo.
Incluso al salir de casa muchos vecinos me veían con mirada acosadora, silbaban y decían palabras ofensivas, que para ellos eran graciosas. Lo único que podía hacer es salir corriendo hacia la parada para tomar el bus e ir a mi colegio.
Me sentía imponente al no poder hacer nada para que me respeten, a mí y a mi cuerpo”. El sentimiento de María, también lo vivieron las mujeres víctimas de feminicidio en el Ecuador.
En el 2020, cada 72 horas ocurre un feminicidio, el 49% de las víctimas eran madres de familia y 10 de las víctimas fueron abusadas sexualmente. Además, 65 de cada 100 mujeres han experimentado por lo menos un hecho de algún tipo de violencia, en alguno de los distintos ámbitos a lo largo de su vida, 68% representa violencia física y sexual.
Alianzas que generan cambios sobre la violencia.
En el proyecto se trataron temas para el empoderamiento de los derechos sexuales y reproductivos de mujeres adolescentes y/o madres mediante 8 talleres, donde a través de expresión artística, se generaron cuestionamientos a las normas de género con la finalidad de que las participantes pudieran evidenciar que situaciones de violencia, basada en género, han sufrido y sufren.
Este fue un espacio de conocimiento, autoconocimiento, autopercepción, para la NO aceptación de los modelos tradicionales y comerciales del cuerpo, que no defienden los derechos de las mujeres, las adolescentes y las niñas.
El objetivo del proyecto era mostrar la concepción de cuerpo y su relación con el género en la problemática de la emancipación de la mujer, contemplando en el horizonte las posibles derivaciones de la resistencia femenina en relación a los dispositivos saber-poder que nos atraviesan.
El Ecuador es el tercer país a nivel de la región con la tasa más alta de embarazo en adolescentes (10-19 años).
“En el colegio había un chico que me gustaba, pero mi papá no podía saber de él y nuestra relación fue a escondidas. En el colegio y en casa nunca recibí información sobre métodos anticonceptivos y desgraciadamente me quedé embarazada.
A mis 16 años de edad, no sabía cómo sobrellevar toda la responsabilidad, si apenas era una adolescente”, cuenta María.
En América Latina, el 14% de las muertes maternas están relacionadas a abortos realizados en condiciones inseguras. En el Ecuador, esta cifra asciende al 15,6% de todas las muertes, ocupando el quinto lugar de todas las causas de muerte y el tercero de las causas de muerte materna.
Fundación Tierra Nueva trabaja hace más de diez años en temas relacionados con los derechos sexuales y reproductivos de las niñas y adolescentes, con la finalidad de mejorar sus condiciones de vida, la protección en salud y su empoderamiento sobre sus derechos sexuales y reproductivos, a través de la apropiación de su cuerpo como territorio de reparación y sanación integral.
Yo aprendí que puedo decidir en mi cuerpo, gracias al Proyecto tengo el conocimiento que antes me faltó, sobre todos los derechos que tenemos como mujeres, los cuales no me inculcaron desde mi hogar.
Al igual que María, 19 mujeres más fueron parte de esta iniciativa en la que cada una hizo consciente las situaciones de violencia que ha vivido y encontró un factor común con sus compañeras, destacando que no están solas en esta lucha y que juntas son más fuertes.