José Carollo fue un iluminado visionario, defensor de las causas del pueblo y de los más desamparados. Su legado incluye más de 250 edificaciones construidas. Su ayuda, servicio y palabra orientadora llegaron a cientos de miles de personas en el sur de Quito y el Ecuador. Su vida es un ejemplo de entrega a todos, especialmente a los pobres.
A los 18 años llegó al Ecuador para continuar con su noviciado en la ciudad de Cuenca y luego en Quito, en el Instituto Superior Salesiano donde estudió Filosofía. Posteriormente estudió teología en Bogotá, Santiago de Chile y Roma. Se ordenó sacerdote en Italia en 1960.
Fue profesor en el Instituto Superior Salesiano y en los colegios Cardenal Spellman de varones y Don Bosco de Quito. Fue párroco de El Girón, donde trabajó durante 15 años en la formación de movimientos cristianos y creó una red de apoyo para la compra de un terreno y construcción de la iglesia de El Girón. En esta época formó el Banco de La Providencia para trabajar a favor de los pobres, que fue la base de Fundación Tierra Nueva.
En 1976 la vida del Padre Carollo toma un giro radical, decidió dejar la orden salesiana para convertirse en sacerdote diocesano e ir a vivir en el sector de la Quito Sur, una zona marginal sin servicios básicos donde terminaba la ciudad.
“Opté por dedicarme a los pobres en un momento crucial de mi vida, vine donde terminaba Quito, no había luz, no había agua, era un lodazal cuando llovía, aquí se constituyó el primer Comité del Pueblo” como resultado de la lucha del pueblo por la tierra.
En 1977 fundó la Parroquia Cristo Resucitado y fue nombrado Párroco de la misma, posteriormente consiguió la donación de un terreno para la construcción de una iglesia y una casa en la ciudadela Quito Sur. En ese período comenzó la formación de Comunidades Cristianas de Base desde donde realizó su labor pastoral, la acción comunitaria y la base de apoyo para la construcción de todas sus obras.
Eran los tiempos de la Teología de Liberación y la opción preferencial por los pobres, que Carollo acogió desde lo profundo de su fe. “Valoré más la pobreza, que como dice el Evangelio es un camino de despojo, de servicio y no un camino de poder, soy anárquico en cuanto al poder”, dando a los pobres una categoría superior de reivindicación y dignidad humana, no solo en el sentido económico.
En este marco, Carollo aborda sin temor temas complejos como las dictaduras militares, la violencia doméstica, la inequidad, el cuidado del ambiente y la pobreza como fuerza social, en sintonía con tres grandes referentes de la época, Mons. Cándido Rada, Mons. Alberto Luna Tobar y Mons. Leonidas Proaño.
El sufrimiento de la gente, las enfermedades, la discapacidad eran su propio sufrimiento y su combustible para transformar realidades, por eso, dedicó sus mayores esfuerzos para paliar las enfermedades construyendo el Centro Médico Tierra Nueva, que prestaba servicios de salud primaria y rehabilitación para personas con discapacidad, que luego se convirtió en maternidad.
En el marco del trabajo pastoral, en 1982 fue nombrado Decano de la Zona Sur de Quito y en el año 1992 fue designado Vicario Episcopal del Sur, posteriormente fue nombrado Monseñor, título que él mantuvo en perfil bajo por su humildad y sencillez.
Del mismo modo que por los enfermos, se preocupó por la infancia, abrió guarderías y casas de acogida para niños y niñas sin hogar. Junto con la Hna. Sigmunda Schnetzer, religiosa dominica alemana, realizaron las obras más relevantes como el Centro de Desarrollo Integral, CDI, el cual fue construido en un terreno donado por el señor Alberto Ponce, que fue gestionado por su sobrina, la señora Marcela De la Torre y la señora Carmen Vaca, asistente del Padre.
El CDI fue construido con el aporte de donaciones gestionadas por Hna. Sigmunda y la ayuda de voluntarios como el Dr. Michel Broz.