Representantes de la organización italiana Crédito Cooperativo visitaron el Centro de Desarrollo Integral Amaguaña para personas con discapacidad intelectual de Fundación Tierra Nueva.
Llegaron al iniciar la jornada, cuando los niños, niñas, adolescentes y jóvenes formados en el patio entonaban el himno nacional.
Para la mayoría de ellos, Tierra Nueva es la única oportunidad que tienen para recibir la atención especializada en discapacidad que necesitan y aprender a su ritmo, como en una escuela regular.
El objetivo principal del centro es brindar la formación necesaria para que los beneficiarios adquieran independencia y autonomía.
Por ello, cada actividad está pensada de forma que les genere hábitos, pero también mejore sus habilidades personales.
Destrezas para vivir la vida con discapacidad
El éxito de nuestro trabajo está en las destrezas que aprenden para vivir sus vidas en sus familias y comunidades, como personas que aportan valor, explica Elena León, directora de Protección Integral de la Fundación.
Los niños están divididos en pequeños grupos por aulas según su discapacidad. Cada salón tiene un calendario diario de actividades, representadas con imágenes, para una rutina diaria.
Además de las clases, también reciben terapia física, hidroterapia, hipoterapia y terapia ocupacional según sus necesidades específicas, con la finalidad de mejorar su calidad de vida.
Una metodología para atender la discapacidad intelectual
La atención de los educadores hacia cada uno de los niños es especializada.
Nadie es obligado a realizar actividades, sino que siempre es cuidado y acompañado en una actividad alternativa o simplemente contenido.
Una forma eficaz de demostrar que podemos estar juntos incluso en la diversidad.
Mantener una buena convivencia es esencial para que todos se sientan acogidos, los jóvenes siempre muestran buena disposición a ayudar a los más pequeños.
Cristian, un joven de 23 años que asistió al Centro durante algún tiempo, ahora trabaja aquí en el Taller Protegido de la Granja Integral.
Junto con su tutor, se encargan del cultivo de cereales, legumbres, hortalizas y pollos ecológicos para el comedor.
Los visitantes pudieron experimentar de cerca la calidad y bondad de los productos al comer los choclos cosechados por los jóvenes y cocinados para su refrigerio.
Para finalizar el recorrido compraron las pulseras elaboradas por los jóvenes con discapacidad, en medio de sonrisas y abrazos que fueron su despedida.