Alba Vallejo. Desde hace 6 años es Promotora de Salud Comunitaria. Dice que lo primero que aprendió fue a valorarse a sí misma y entender que es capaz de mucho y que su vida se puede trasformar por su propia decisión.
“Ha sido una experiencia muy enriquecedora, aprendí muchos valores y me volví más humana. Cuando se conocen los problemas de otros, una aprende que se puede dar mucho.
El sentirnos útiles es lo más valioso, poder ser un medio de conexión de la Fundación con las personas que necesitan tanto. No hay nada más hermoso que sentir el cariño y la sonrisa de esos viejitos que no tienen a nadie y están en condiciones deplorables. Estoy eternamente agradecida en nombre de mis pacientitos, ustedes han salvado sus vidas”.