Cuando una persona parte de nuestro lado, deja un enorme vacío. Con el paso del tiempo se van olvidando: su voz, su mirada, sus gestos y sus ideas. Pero este no es el caso de Padre Carollo, su presencia espiritual es tan fuerte, que su legado lejos de verse disminuido se ha convertido en ejemplo de acción.
16 años han pasado desde esa mañana en la que dejó este mundo, pero su memoria está grabada, hoy más que nunca, en el sector del sur de Quito, que ha visto como su obra se mantiene y crece desde el accionar de Fundación Tierra Nueva.
Gladys Gallardo puede dar fe de eso, en 1988 conoció a Padre Carollo, cuando llevó a su hijo a atenderse en el dispensario que había creado en la Quito Sur. Gladys era una joven viuda con 4 hijos y no tenía cómo mantenerlos, el Padre le consiguió trabajo y desde entonces ha estado vinculada a Tierra Nueva.
“El Padre me dijo: ‘tranquila hija, tú vas a trabajar conmigo’. Pensé que me quería como empleada doméstica, pero me explicó: ‘estoy construyendo el lugar donde tú vas a trabajar’, era el Centro Médico Tierra Nueva.
Yo no sabía nada de salud, pero él me puso de auxiliar de rehabilitación. Para mí fue como un sueño, vestirme de blanco. Cuando entré a trabajar, él me permitió estudiar y que mis hijos crezcan en el centro, fue como un milagro”.
Padre Carollo marcó una diferencia para la gente pobre del sur y para todos los que se dedican de una u otra manera a los pobres. Con la fundación de la parroquia Cristo Resucitado, mostró que la misión de servicio debe hacerse con ellos, desde su realidad.
Fiel a este legado, la Fundación trabaja de manera cercana con la comunidad, explorando opciones que contribuyan a mejorar sus vidas, desde las problemáticas que ellos identifican.
Este acompañamiento de la mano de la gente fue parte del sello de Padre Carollo, ya que con los templos que creaba buscó generar un trabajo conjunto: con las religiosas, los laicos y la participación activa de la colectividad, pensando en crear “iglesia”, que para él significaba crear relaciones, tejido social.
En fechas como esta, muchos recuerdan las obras realizadas por él, pero para Padre Julián Vallotto, su amigo y capellán del Hospital Padre Carollo, “hay que ir más a fondo, hay que tener vivo su espíritu, porque … sus obras son simplemente manifestaciones de su fe, de su pensamiento, de sus motivaciones más profundas…”.
Considera que no se puede pensar en seguir su ejemplo “…sin transformar su memoria en herencia subversiva … para cuestionar el momento presente, para poner interrogantes a nosotros mismos, a nuestras actitudes y formas de actuar”.
El amor a los pobres fue el alma de sus decisiones, el sentido de su vida, de sus motivaciones y de sus acciones, gracias a ello surge Fundación Tierra Nueva con sus
diferentes servicios, que buscan atender las necesidades de la comunidad, con colaboradores comprometidos con este legado y programas de calidad enfocados en transformar la vida de quienes más lo necesitan.
Para rendir homenaje a su vida y su visión del servicio para los pobres, Fundación Tierra Nueva realizó una Eucaristía, en la que fue su primera parroquia en el sur de Quito, Cristo Resucitado, evento en el que se resaltó la trascendencia de su trabajo.